El público estaba integrado por estudiantes de pintura, pintores, y personas que, interesadas por las artes plásticas o por curiosidad asistieron a esta charla. Manrique no se situó corno el mejor, el non plus ultra de los pintores. La tónica dé su exposición verbal fue mesurada y concisa.
«No puedo. —dijo—, no me es permitido, en calidad de ser existencial, dejar pasar inadvertido el mundo que me circunda… no puedo dedicarme nada más a copiar simplemente lo que me rodea y ser un imitador de la naturaleza concreta con todos sus objetos y formas…
