Con casi setenta años de edad, Manrique que habla con entusiasmo sobre las características de su movimiento, de cómo surgió y de los buenos recuerdos que tiene, pues desde 1973 en que empezó su trabajo de muralista, ha trabajado con la misma idea.
Su trabajo le permitió trascender mucho más allá del barrio y del país, al grado de que puedo viajar con gastos pagados a diferentes países para pintar murales No me pagaron el valor del mural, pero me pagaron el viaje de ida vuelta, además de la estancia. Estados Unidos, Canadá, tres meses en Francia, un mes en España y hace dos años en Buenos Aires, me invitaron para un encuentro de muralistas mexicanos y argentinos; una experiencia estupenda. Participe en el tema de las Madres de Plaza de Mayo, sobre la represión militar en Argentina; un mural de ocho metros por tres de alto en Toronto, lo pinté en loneta, duro quince años, lo quitaron y luego lo colocaron en Buenos Aires, en el aula magna de la Facultad de Derecho”, Narra con entusiasmo mientras observa el trabajo de los aprendices de muralismo.