Entrevista con el Lic. Raúl Béjar Navarro
por Carmen Cano.
La hora de la cita 7:30 p.m., el lugar: su casa. Lo primero que percibimos al llegar es un aroma de madera, muebles, paredes hablan del gusto por trabajarla, del aprecio por sus vetas, del deseo de hacer brotar formas de la materia.
La observación cuidadosa se interrumpe, llega Raúl Béjar de prisa, disculpándose por la tardanza tan comprensible en esta ciudad caótica… —No le confesamos que se la agradecemos por habernos permitido curiosear.
Un buen vaso de oporto; hasta la luz del atardecer parece comedida al penetrar.
Se respira esa cultura occidental de la que después nos hablará Raúl Béjar. Sentimos el contraste con esa otra cultura, que vive tal vez no muy lejos de aquí, la de ese sector de la población mayoritario; y el reto de la difusión cultural a nivel nacional, en este país de culturas distintas, se nos hace presente. ¿No es Raúl Béjar mismo un ejemplo en vivo. . .? reúne en sí un ideal de hombre occidental, podríamos ubicarlo en Florencia se permite ser apuesto, intelectual, autoridad universitaria, carpintero y hasta músico! Sin embargo, es mexicano, de esta mitad caótica del siglo, ha vivido nuestra ciudad capital, que no tiene nada de armónica, alguna vez lo escuchamos comentar con Daniel Manrique de su infancia de barrio citadino, ¿nacerá de ahí su interés, su descubrimiento del mito del mexicano? . . . ¿Su comprensión en las dificultades de la difusión cultural en este país diverso? . . . la grabadora esta al fin lista, Carmen da principio a la entrevista.
ER.
L.- En el número 8 de la Libreta Universitaria, en su artículo sobre la cultura popular, usted hace una alusión con respecto a que las instituciones educativas, formales e informales, son, entre otras cosas, uno de los más importantes factores en el proceso de creación del subsistema cultural. De acuerdo con eso, ¿cómo considera usted el papel de la Universidad como transmisora de cultura?
RB.- Hasta el presente, desde mi punto de vista, la Universidad ha sido básicamente una transmisora de cultura muy vinculada a las instituciones formales del manejo del concepto cultura de élite; esto es, la proyección cultural de la Universidad se relaciona directamente con un sector socioeconómico que cuenta además con antecedentes de estudios formales en instituciones educativas. Si esto es válido, la proyección de la Universidad a estratos que no pertenezcan a la anterior categoría, ha sido definitivamente marginal, y si tomamos en cuenta que el sector mayoritario de nuestra población pertenece a la llamada clase baja y clase baja emergente, que desde un punto de vista cuantitativo muy grueso sería aproximadamente el 80 % de la población del país, el grado real de influencia de la Universidad Nacional en estos sectores sería prácticamente insignificante, por no decir nulo.
L.- Para puntualizar un poco más, tomando en cuenta que existen los dos tipos de cultura de los cuales se habla en este artículo, el de la élite y el popular, ¿de qué manera o cómo se podría dirigir el esfuerzo difusor de la cultura dentro de la Universidad, o a cuál de las dos se debería dirigir él esfuerzo de difusión de la cultura dentro de la Universidad?
RB.- Yo no plantearía el problema de esa forma, uno como excluyente del otro, desde un punto de vista integrado de penetración cultural; o sea, si anteriormente digo que no hubo o que no se está dando una suficiente penetración en sectores marginados de la población, esto no implica un juicio valorativo de lo que se ha venido haciendo, sino simplemente limitativo. Yo percibo más bien la tarea universitaria en hacer que se establezca una política cultural de tal forma que continúe presentando la programación universitaria de difusión cultural enderezada a estos sectores que mencioné; pero abriendo nuevas fuentes de la difusión de la cultura de origen universitario en zonas representativas por su característica poblacional y su ubicación geográfica, dado que también puede establecerse una correlación muy estrecha entre los centros de difusión cultural de la Universidad y ciertos edificios o áreas restringidas también para otros grupos que no tienen acceso, o están fuera de la influencia geográfica de ellos.
L.- Actualmente, tal como está la difusión de la cultura en la Universidad, ¿cuáles son los obstáculos más importantes para lograr este tipo de objetivos?
RB.- La falta de centros de extensión universitaria que se encuentren estratégicamente ubicados, empezando por el área metropolitana. La solución sería a través de los convenios que tiene la Universidad con otras Universidades de los Estados en el territorio total de la República, y de esta forma que haga justicia al nombre de la institución, que es el de Universidad Nacional (no es la Universidad del Valle de México, ni es la Universidad del área metropolitana); en principio es Universidad Nacional. Si esto se extiende a la difusión de la cultura, entonces la Universidad Nacional debe cubrir nacionalmente el país, como otras instituciones nacionales. Es preciso recordar que la Universidad es un organismo descentralizado del Estado y uno de cuyos fines básicos, que se encuentra en el artículo 1 o. de la Ley Orgánica, es la difusión de la cultura.
L.- Al oír esta respuesta se me ocurre si no ayudaría a esto el que se crearan más escuelas como las ENEPs dependientes de la Universidad Nacional, pero en los Estados.
RB.- Como posibilidad puede ser… Yo creo que la respuesta, la salida a corto y mediano plazo está a través de los convenios que tiene establecidos con las Universidades de las entidades; prácticamente la Universidad ha cubierto todo el territorio nacional a través de estos convenios. Hacer la otra parte, o lo que usted sugiere, supone un problema político de alta envergadura, debido a que la Universidad Nacional sería una imponente competidora frente a las Universidades estatales. ¿Qué puede hacer la Universidad, no quiero calificar a ninguna, pero de un estado pequeño de la República, frente a la Universidad Nacional Autónoma de México?… Entonces la competencia sería tal que desbancaría automáticamente a la Universidad local.
L.- ¿Cuál sería para el país la importancia de lograr desde este punto de vista, un desarrollo de la política cultural coherente con los principios que se han señalado aquí? ¿Qué importancia o qué va-lor tendría para el país, nacionalmente, que se lograra una política de este tipo, coherente cultural-mente hablando?… ¿Qué resultados tendría íntegrar este tipo de cultura; integrar lo popular dentro de lo que conocemos tradicionalmente como cultura?
RB.- Creo que hay dos cuestiones. Una sería la forma de la extensión de la cultura universitaria a todo el territorio nacional; esto constituye una parte, una dimensión. La otra es la integración de la difusión cultural, haciendo una diferencia interna tanto del concepto como de los alcances que tiene para las distintas capas de la población; ese sería el segundo planteamiento. A mí me parece que en nuestro país es necesario adecuar muchas cosas, que por principios políticos se mantienen sin ninguna diferenciación.
Esto es, según los preceptos constitucionales, todos los mexicanos somos iguales ante la ley, tenemos las mismas oportunidades, a debemos de asistir a la escuela como parte del sistema de educación nacional, mínimo primaria. Pero esto es uno de tantos mitos que se conforman, y así como en la educación formal quedan más de tres millones de niños sin educación, sucede otro tanto con la cultura. Se supone que la cultura es para todos los mexicanos, pero no se toman en cuenta las profundas diferencias en oportunidades, en ubicación dentro de un sistema muy diferenciado de clases sociales, de participación de los beneficios del crecimiento económico de México. Si esto, cuando se plantean principios generales de cultura, no se toma muy en cuenta, ocurre que el resultado es que los beneficiados van a ser grupos que ya de por sí están privilegiados por el propio sistema. El punto para mí es cómo se rompe este círculo vicioso. Si se hace una inversión considerable en, por ejemplo, traer buenas orquestas, calificados directores, excelentes solistas, buenas compañías de teatro, un buen esfuerzo de experimentación teatral…, la pregunta es: ¿a qué tipo de público está llegando toda esta inversión que está haciendo la Universidad?, y si realmente los receptores de estos mensajes culturales son los que están menos formados o los que tienen menos recursos para percibirlos. Yo creo que pasa al revés: son los mexicanos mejor formados los que participan más de los beneficios del desarrollo, los que participan más de la educación superior del país, los que ya tienen una posición de clase media hacia arriba, los que nuevamente están obteniendo los beneficios de bajos precios en los espectáculos de la Universidad, de buenas promociones culturales, de baratas en libros, de bajos precios en los cineclubs, etc. Entonces, ¿qué es lo que se está reforzando? Se está nuevamente elevando a un sector de la población que, en sí, comparativamente, ya está en una buena situación de orden intelectual y cultural para recibir esos beneficios. Yo no estoy en contra de eso, lo que objeto es que no se tenga un programa debidamente reforzado de extensión de estos beneficios que pueda hacer la Universidad Nacional.
L.- Sí, porque podemos observar, por ejemplo, el caso de El Chopo. Ahí se ha integrado ya un público de la zona, zona que no es precisamente de altos ingresos. Y esta gente acude normalmente a El Chopo para ver esto. Entonces, si hubiera más centros de este tipo, no digo ya universitarios, sino de todo tipo (que no fuera sólo la Universidad la del esfuerzo), podría lograrse integrar poco a poco a toda esta gente. Desde luego que no sería un porcentaje importante de la población, pero ya sería algo.
RB.- Sí. Ahora bien, en ese sentido hay un problema muy serio en un buen programa de difusión cultural universitaria que abarca todos los estratos económicos de la población. Yo pongo nada más como ejemplo: muy bien, se pueden detectar los lugares más apropiados, se pueden tener también las condiciones materiales que correspondan a los objetivos de esa difusión, pero surge la gran pregunta, el gran cuestionamiento para los responsables de orientar los programas de difusión cultural. ¿Qué tipo de artistas, de grupos teatrales, de cineclubs, de representaciones se pueden implementar, y que lleguen justamente al núcleo de interés y de promoción personal de elevación de las personas de estos sectores marginados? Porque todo lo que estamos haciendo es a priori, y lo que sucede frecuentemente es que se proyectan los gustos en la música, en el punto de vista estético, en lo que es bello, pero la ausencia de investigaciones sistemáticas de esta cultura popular hace también que estemos ausentes de cuál sería la programación adecuada, no para nosotros, sino para ellos.
L.- Pero es que en cierto sentido se está experimentando, ¿no? Como no hay ese tipo de investigaciones, se experimenta, se les ofrece esto a ver qué respuesta hay, después se ofrece otra cosa opuesta, y de acuerdo con eso uno va conformando una política, que a veces es errónea.
RB.- Es que hay un doble problema. Uno puede captar lo que son necesidades de expresión humana, lo que son necesidades de alimento espiritual para una determinada población. Entonces se puede decir, en un momento dado, que hay ciertos patrones de cierta validez para la «cultura nacional», y que éstos pudieran definitivamente tener beneficio para este tipo de población. Pero el problema es bastante más complejo, nosotros podemos observar la programación de la televisión y hay programas que están diseñados para ciertos estratos socioeconómicos que pasan por ciertos canales a cierta hora, incluso patrocinados por el Estado. Si se han tomado la molestia de ver el programa de Tropidanza, los domingos, es la música, el atuendo, las expresiones, los artistas invitados que se supone están vinculados al sector popular. Ahora, nuevamente vamos a analizar el contenido de esos mensajes, de esos concursos, de esas expectativas de premiación. ¿Están elevando los patrones culturales de la población?
L.- Obviamente no.
RB.- De acuerdo a nuestro punto de vista no. Están dando entretenimiento.
L.- Se les da lo que siempre han tenido.
Hay muchas manifestaciones de cultura popular que por una parte han venido desapareciendo, pero que pasaron desapercibidas como todo el oficio del merolico, del vendedor ambulante, del reparador ambulante, todas las formas tradicionales de vender sus mercancías, de ofrecer sus servicios, de manifestarse en los mercados. Por una parte, se está perdiendo; pero por otra no se investiga sistemáticamente, o ¿cuáles serían los vehículos naturales de penetración? ¿Cuántos Líderes naturales conocemos de las distintas colonias proletarias del área metropolitana? No conocemos a ninguno, que serían, por otra parte, los que promoverían este tipo de acciones, capaces de llevar a sus grupos a estos actos de promoción, convenciéndolos a ellos de que es una cosa positiva. O sea que estamos ayunos de información del contexto que se trata de penetrar. Actualmente, por ejemplo, los proyectos que se tienen de los grandes centros de difusión de la cultura de la Universidad en el área noroeste y noreste… ¿hasta qué punto, realmente, estamos conociendo la población a la cual pretendemos llegar? Si no hacemos esto, claro que el esfuerzo puede ser meritorio, pero el resultado magro, o bien nuevamente vamos a caer en el reforzamiento de los grupos en sí fuertes.
L.- Los que siempre han estado de algún modo presentes, ¿no?
RB.- Así es.
L.- ¿Cómo y por qué surgió en usted el interés por el tema de la cultura en general y de la cultura popular en particular?, ya que sabemos de la existencia de varios trabajos sobre el tema y de una investigación en proceso sobre el mismo.
RB.- La investigación de la cultura es el interés por el hombre en sociedad básicamente, y en este alto grado de atracción de concebir las interrelaciones que se dan cotidianamente, producto de todo un acontecer histórico de biografías individuales, por una parte, pero dentro de marcos estructurales amplios estriba el entenderse a sí mismo y entender a los demás. Un poco es la manera de autoconocerse, autocomprenderse, comprendiendo también el medio ambiente de la familia, del barrio, de la comunidad, del país, hasta llegar a grados más elevados, más abstractos como es el de nuestra especie. Creo que lo importante es entender que somos parte de una cultura más amplia tradicionalmente llamada cultura occidental, cristiana, heredera de los núcleos de gran concentración y difusión cultural como fueron Atenas, Roma y Bizancio. Pero, claro, esto nos pone nuevamente en un contexto muy amplio: para llegar a entender la cultura mexicana también se requiere una enorme diferenciación que toca directamente no solamente las áreas económicas, y los asentamientos de mexicanos en la República, sino factores psicosociales bastante complejos y muy poco investigados. O sea que cuando se habla de la cultura, y de la cultura popular en particular, por lo menos desde mi ángulo, se está haciendo un esfuerzo de comprensión del país, de lo que ha llegado a ser y por qué y cuáles son sus principales tendencias. Por ejemplo, la actual situación de nuestro país en cuestión de energéticos, desde mi punto de vista, es semejante a la situación española de principios del siglo XVI. Y el riesgo, creo que es el mismo; o sea, obtener una fuente de ingresos valiosos a muy bajo esfuerzo, porque prácticamente no cuesta más que sacar el energético. Esto conlleva a muchas más reflexiones de orden cultural y de orden histórico cultural de nuestro país, porque aquí en las regiones de explotación petrolera se está dando, obviamente, el hecho de una gran destrucción de comunidades arraigadas durante siglos en esos lugares y que van a estar irremediablemente perdidas en el mosaico cultural que es México. Yo creo que lo más triste para un país es perder sus raíces, por una parte, y perder su gran diferencia de riqueza de expresión humana. Tomemos en cuenta, por ejemplo, que alrededor del lago de Pátzcuaro, se podían catalogar veinte tipos distintos de tejidos en el área purépecha que comprende Pátzcuaro, Quiroga y Tzintzuntzan, treinta y cinco tipos distintos de orfebrería y de artesanías del barro, muy específicas y distinguibles unas de otras aunque estuvierana cuatro o cinco kilómetros. Eso, sin duda, representa una enorme capacidad creativa de modificación del medio ambiente, que plasma, que materializa ideas estéticas de esos pobladores. Y esto, le reitero, es una enorme herencia que hemos recibido, que se ha dado a través, pues, sin duda, de la canalización del talento de artistas anónimos pero que allí están y se están destruyendo. Otro ejemplo digno de mención es el de la cocina, que por su cotidianeidad y requerimiento indispensable puede servir de ilustración. Puede afirmarse que la cocina procede de dos fuentes, una popular y otra «culta» ésta última pertenece necesariamente a las clases económicamente poderosas. Matizando, existe una cocina propia de las áreas rurales, de aldeas de pescadores, una cocina de ama de casa, o de la modesta cocinera doméstica, en fin una cocina que puede llamarse plebeya y una cocina de profesionales, que sólo alcanzan a lograr personas después de años de estudio y/o práctica y que únicamente con gran dedicación pueden llegar a dominar. La primera es una cocina del terruño, del mercado, que utiliza los productos de la región y según temporada, en estrecha relación con la naturaleza y su elaboración reposa sobre un «saber hacer» ancestral, transmitido por las vías inconscientes de la imitación y la costumbre, aplicando pacientemente procedimientos de cocción ya ensayados y asociados con ciertos instrumentos de cocina y ciertos ingredientes bien fijados por la tradición. Este tipo de cocina, permanece en el lugar, en el estrato social, no viaja y es característica de la región. Por eso el interés en la cultura es el interés en la sociedad mexicana con todas las diferenciaciones que se quieran hacer.
Pero también el concepto de cultura es sumamente moldeable para ir diseñando las metodologías adecuadas y captar la esencia de todas las manifestaciones culturales.
L.- ¿Considera usted que hay alguna relación, alguna conexión bastante estrecha entre sus anteriores estudios enfocados fundamentalmente al mexicano y su identidad, y las recientes investigaciones que está haciendo sobre la cultura?
RB.- Considero que forman un todo integrado dentro de una perspectiva de inquietud por lo que es y lo que somos los habitantes de este país, probablemente con algún enfoque más especializado en ámbitos menos ambiciosos como pretender conocer lo que serían los rasgos básicos del mexicano. Creo que con estudios más particularizados, que puedan ser extrapolados a otros grupos de población, se tendría la oportunidad de conocer en profundidad estos rasgos caracterológicos de los mexicanos, sobre todo de los mexicanos que no han contado por su situación socioeconómica marginal, en el sistema societario actual.
L.- Sabemos que existe un extenso trabajo del señor Daniel Manrique, originario de Tepíto, director del periódico El Ñero, y del suplemento Arte acá, que es el suplemento cultural de este periódico, que responde a todo un movimiento popular cultural, sobre su libro El mexicano, aspectos culturales y psico-sociales, y nos ha llamado la atención la coincidencia de formas de pensar y de ver estos temas sabiendo que existe una gran distancia entre usted y él en cuanto al origen familiar, a la formación educacional, al estilo de vida… ¿Podría usted decirnos por qué se da este tipo de coincidencias?
RB.- Considero que el señor Manrique es un hombre de una poderosa inteligencia natural, y que ha intuido y ha logrado ordenar mentalmente estos procesos de formación de lo mexicano y, por distintas circunstancias que yo desconozco en detalle pero que se pueden intuir, él tiene una profunda raigambre nacional, tanto por el barrio en el cual nació, se desarrolló y ha hecho su obra artística, como por el conocimiento del país que a través de una formación autodidacta, que sin duda tiene, ha podido darse cuenta de cuál es el destino de México. Para ello, y siguiendo este orden de ideas, es independiente el grado de educación formal que se tenga y adquiere mayor relevancia el grado de percepción de los problemas junto con el ordenamiento mental que se pueda hacer de las aportaciones de especialistas en los distintos campos de las ciencias sociales y los estudios que se han hecho específicamente sobre lo mexicano. El hecho de no tener una cultura formal en el caso del señor Manrique, no quiere decir que no se tenga una amplia cultura informal, entendiendo por ésta una formación que no está necesariamente vinculada a una institución educativa reguladora de cursos, sino que más bien ha sido una autoeducación abierta a muchas corrientes de pensamiento, y él se ha preocupado por instruirse, por formarse y por divulgar sus ideas a través de su expresión artística y a través del periódico que dirige.
L.- ¿Cree que profundizar en el estudio de estos temas sobre cultura popular y demás, ha modificado de alguna manera las ideas iniciales que tenía usted sobre ellos?
RB.- Siempre se parte de una idea general acerca del problema que se pretende estudiar, que se ve modificada en la medida en que se hacen hallazgos directos e través de la investigación, aunque también influyen mucho las lecturas que se vayan realizando, la formación que surge de otros contextos nacionales, los aportes de investigadores, principalmente italianos, algunos discípulos de Gramsci, que se preocuparon mucho por el problema de la cultura popular y, sobre todo, la vinculación entre esta manifestación cultural y su posible potencial transformador del hombre social. Y es justamente en estas dimensiones que se va enfocando el objetivo de la investigación, sin perder de vista que el planteamiento global, por lo menos hasta ahora, sigue siendo válido.
L.- Por último, haciendo este tipo de investigaciones, ¿ha sentido usted que ha creado escuela, que hay gente que se haya interesado por estos temas, gente que haya trabajado con usted y que quiera seguir en ello?
RB.- Bueno, por lo menos se ha influido en el orden académico con la impartición de un curso específico sobre cultura popular, que es una materia abierta a los estudiantes de cualquier carrera universitaria, junto con la formación de cuadros que se interesen por estas manifestaciones urbanas de nuestro país. Esto, de una u otra forma, con el tiempo va creando personal académico interesado en saber qué es lo que está pasando más allá de los sistemas formales tradicionales, del análisis de lo que es la llamada clase baja o el sector más marginado de la población. Y, desde luego, esto implica dedicarse de tiempo completo a estas tareas. Y no es tanto el esfuerzo personal que se pueda hacer, sino el entusiasmo que se logre transmitir, sobre todo a las nuevas generaciones, que se vinculen estrechamente a este tipo de problemas antes de que nos termine de avasallar la «modernización», el «progreso», el desarrollo y la era de la electrónica. Todo esto, de una u otra manera, está destruyendo dimensiones esencialmente humanas que se pueden ver con absoluta plenitud, precisamente en estos sectores de la población nacional que no están tan contaminados por las manifestaciones culturales, principalmente de los Estados Unidos, independientemente del valor estético que puedan tener. Simplemente son ajenas al surgimiento de nuestro país como expresiones, como manifestaciones vitales de nuestra nacionalidad, obviamente sin caer en una posición parroquial que desconozca las aportaciones que puedan venir. Lo que trato de en fatizar es que lo valioso que pudiera constituir este tipo de población, está siendo avasallado definitivamente por lo que diariamente se ve en la televisión, lo que se proyecta en los cines; el predominio del hombre blanco de ojo azul sobre lo que es el promedio de nuestra población, que es esencialmente mestiza, y esto forma nuevamente una visión de los conquistadores, que está siendo, claro, vinculada a intereses comerciales transnacionales, pero que también tiene una profunda repercusión de penetración cultural. Pero, obviamente, éste sería otro tema, que desborda los objetivos de la entrevista, supongo.
L.- Muchas gracias por conceder esta entrevista a Libreta Universitaria, que esperamos no sea la última.
Tepito Arte Acá <> daniel manrique arias funciona gracias a WordPress